Boletín de Educación Responsable

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Creando espacios educativos de participación y aprendizaje accesibles

may 22, 2023
Francisco Javier Soto Pérez
Foto Javi Soto
Foto Javi Soto

La Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación (LOE), en la redacción dada por la Ley Orgánica 3/2020, de 29 de diciembre (LOMLOE), define al alumnado con necesidades educativas especiales, como: aquel que afronta barreras que limitan su acceso, presencia, participación o aprendizaje, y que requiere de determinados apoyos y atenciones educativas específicas para la consecución de los objetivos de aprendizaje adecuados a su desarrollo. Garantizar la equidad y la inclusión educativa de este alumnado y hacer frente a todas las formas de exclusión, es el objetivo global sobre educación (ODS 4) de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible (UNESCO, 2016).

Para afrontar el reto de la inclusión educativa, las escuelas deben identificar y eliminar las barreras a las que aludíamos más arriba, pero ¿dónde se encuentran estas barreras? Para (Rose y Meyer, 2002) las barreras para el aprendizaje no son inherentes a las capacidades del alumnado, sino que: surgen en las interacciones de estos con materiales y métodos rígidos y poco flexibles”. Dicho de otro modo, las barreras que impiden la inclusión las encontramos en contextos educativos no accesibles y discapacitantes; y en particular, en las “creencias y actitudes que las personas tienen respecto a este proceso y que se concretan en las culturas, las políticas y las prácticas escolares que individual y colectivamente tienen y aplican (Echeita y Ainscow, 2011).

Afortunadamente, disponemos de instrumentos para ayudarnos a identificar dichas barreras y, en consecuencia, recordarnos cuáles son los puntos fuertes y los facilitadores para la inclusión, como el Index for Inclusión (2011), el Termómetro para la valoración de la educación inclusiva (2019) o, desde el modelo del Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA), el Modelo DUA-A (2021) o la Rueda DUA (2023).

Una vez identificadas las barreras que impiden la presencia, participación y aprendizaje de nuestro alumnado, ¿cómo podemos eliminarlas?, pues, básicamente, creando espacios educativos de participación y aprendizaje accesibles, a través de la aplicación de dos principios: la accesibilidad universal y el diseño para todos.

La accesibilidad universal es la condición que deben cumplir los entornos, procesos, bienes, productos y servicios, así como los objetos, instrumentos, herramientas y dispositivos para ser comprensibles, utilizables y practicables por todas las personas en condiciones de seguridad y comodidad y de la forma más autónoma y natural posible. En contextos educativos, la accesibilidad universal se traduce en la creación de entornos, programas y herramientas educativas accesibles que hace posible que todas las personas, independientemente de sus limitaciones funcionales, género, edad o cultura pueda estar presente, participar y aprender (Aragall, 2010).

A las dimensiones de la accesibilidad reconocidas en nuestro marco legislativo: accesibilidad física, sensorial, y más recientemente, cognitiva, hay que añadir la accesibilidad emocional. Villaescusa (2017), define la accesibilidad emocional como la interacción entre los factores emocionales del alumnado, profesorado, familia y otros agentes educativos y el contexto de aprendizaje y convivencia. El resultado de esta interacción puede limitar, activando barreras emocionales, o, por el contrario, facilitar el aprendizaje y la participación del alumnado.

Por otro lado, la accesibilidad universal presupone la estrategia de diseño universal o diseño para todas las personas. El diseño universal es la actividad por la que se conciben o proyectan desde el origen, y siempre que ello sea posible, entornos, procesos, bienes, productos, servicios, objetos, instrumentos, programas, dispositivos o herramientas, de tal forma que puedan ser utilizados por todas las personas, en la mayor extensión posible, sin necesidad de adaptación ni diseño especializado. El diseño para todos, llevado al contexto educativo, se traduce en el diseño universal para el aprendizaje (DUA).

El DUA es un modelo que tiene como objetivo: reformular la educación proporcionando un marco conceptual –junto con herramientas– que faciliten el análisis y evaluación de los diseños curriculares y las prácticas educativas, para identificar barreras al aprendizaje y promover propuestas de enseñanza inclusivas (Alba, 2019).

La aplicación de los principios del DUA en el diseño de situaciones de aprendizaje proporciona al alumnado múltiples medios de representación, de acción y expresión y de formas de implicación en la información que se le presenta. En este último principio, formas de implicación, el componente emocional es un elemento crucial en el aprendizaje que se pone en evidencia al ver las diferencias en lo que motiva al alumnado o en la manera en que se implican para aprender.

El principio de motivación o compromiso ofrece opciones para minimizar amenazas y distracciones a través de la creación de un clima de apoyo y aceptación en el aula, reducie ndo en el alumnado los niveles de incertidumbre y la sensación de inseguridad; pero también para la autorregulación. Si es importante cuidar los elementos externos del aprendizaje para contribuir a una buena motivación e implicación, también lo es que el alumnado desarrolle habilidades que le permitan regular sus propias emociones y motivaciones.

El programa Educación Responsable nos ofrece recursos muy valiosos que nos pueden ayudar a crear contextos educativos de aprendizaje y participación accesibles a través del diseño de espacios emocionalmente accesibles para todo el alumnado y proporcionando múltiples formas de compromiso, aumentando la motivación y el interés, y desarrollando la autorregulación.

La Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, consciente del valor del Programa  Educación Responsable, viene impulsando desde su implantación en nuestra región hace casi una década, su aplicación en contextos de diversidad educativa, tanto para el alumnado con necesidades educativas especiales escolarizado en centros ordinarios, como el alumnado con grandes necesidades de apoyo escolarizados en aulas abiertas o en centros de educación especial.

Por ejemplo, en los centros de educación especial Eusebio Martínez de Alcantarilla y Pérez Urruti de Murcia, se trabaja la educación emocional y la convivencia escolar, potenciando las habilidades comunicativas y sociales de su alumnado y promoviendo, a través de las artes y la creatividad, su inclusión escolar y social.

Hablar de accesibilidad es hablar de igualdad de oportunidades e inclusión, y sin duda, el programa Educación Responsable nos proporciona, través del desarrollo afectivo, cognitivo y social del alumnado, las claves para alcanzar esta meta.

Francisco Javier Soto Pérez
fjavier.soto2@carm.es
Servicio de Atención a la Diversidad
Consejería de Educación, Formación Profesional y Empleo del Gobierno de Murcia
Profesor asociado de la Universidad de Murcia

 

Referencias:

  • Alba, C. (2019). Diseño universal para el aprendizaje: un modelo teórico-práctico para una educación inclusiva de calidad. Participación educativa, 6/9, pp. 55-66.
  • Aragall, F. (2010). La accesibilidad en los centros educativos. Madrid: CERMI.
  • Echeita, G. y Ainscow, M. (2011). La educación inclusiva como derecho. Marco de referencia y pautas de acción para el desarrollo de una revolución pendiente. Tejuelo, 12, pp. 26-46.
  • Rose, D.H. y Meyer, A. (2002). Teaching every student in the digital age: Universal Design for Learning. Alexandria, VA: Association for supervision and curriculum development.
  • UNESCO (2016) Educación 2030: Declaración de Incheon y Marco de Acción para la realización del Objetivo de Desarrollo Sostenible 4.  Disponible en: https://www.gcedclearinghouse.org/sites/default/files/resources/245656s.pdf
  • Villaescusa Alejo, M. I. (2017). Accesibilidad emocional para el aprendizaje y la participación en la escuela inclusiva. En A. Caruana Vañó y N. Albaladejo-Blázquez (Coords.), Emociones en Secundaria. AEMO. Programa de alfabetización y gestión emocional (pp. 17-24). Valencia: Generalitat Valenciana, Conselleria d’Educació, Investigació, Cultura i Esport.