Gracias a ti. Un agradecimiento a la figura del docente. Ferran Riera.
El deseo de educar
Ferrán Riera
Sé que tengo 10 minutos. No es fácil cuando hay tanto que agradecer. Así que voy a estructurar mi intervención haciéndola discurrir por diez agradecimientos (uno por minuto) sabiendo que la tiranía del cronómetro me obliga a escoger unos aspectos de mi experiencia educativa y soslayar otros. Os pido disculpas por adelantado por todo aquello que debería aparecer en un acto de agradecimiento al mundo educativo y que dejaré en el margen.
En primer lugar, como no puede ser de otro modo, quiero agradecer a la Fundación Botín la organización de este acto así como que haya contado conmigo para participar en él.
Yo soy Ingeniero de formación. Cuando acabé COU no sabía que estudiar. Me gustaban muchas cosas, quería ser periodista, músico, físico… la orientadora de mi instituto me dijo: “No hagas esas cosas, acabarás de profesor”. Así que ahí va mi segundo agradecimiento. Para lo orientadora de mi instituto.
Empecé a estudiar la Ingeniería con la idea de que ganaría dinero, tendría una casa cerca del mar con piscina, chimenea y un 4x4 en la puerta. Ahora tengo sueldo de profesor, vivo en un piso a 100 km de la costa, sin piscina, ni chimenea, ni 4x4… pero estoy contento.
Acabé los estudios y me dieron la oportunidad de dar clase de física y electrónica en primero de Ingeniería. Allí descubrí mi vocación. Los alumnos que me llegaban eran como trozos de carne que se dedicaban a copiar pizarras. Me empecé a preguntar ¿qué les habría pasado en la secundaria y en el bachillerato a aquellos chicos? ¿por qué llegaban con el deseo de aprender muerto? Así que decidí ir a enseñar a un colegio de secundaria. El tercer agradecimiento es pues para aquellos alumnos (Àlex, Óscar, Carlos, Bea….) de primero de Ingeniería que provocaron en mi aquel dolor y despertaron en mi interior el deseo de educar.
De estos 23 años que llevo de profesor muchas son las anécdotas que podría contar. He visto muchos chicos salir adelante, dejando atrás una vida difícil. Pero también he visto a muchos otros no hacerlo e incluso les he visto caer en un pozo sin fondo aparente.
A los primeros les tengo que agradecer (ya van cuatro) la felicidad que me han dado y a los segundos les debo mi quinto agradecimiento pues han sido los que más me han ayudado a comprender lo que para mí es el núcleo de la tarea educativa, una comprensión que podría sintetizar en cuatro puntos. A saber:
- La educación es el arte de los intentos. No se trata de acertar! Educa el adulto que ante el chaval no ceja en el intento de inventarse, si hace falta, el camino para llegar a él.
- No educa un hombre o una mujer genial. Para educar se necesita todo un pueblo (Papa Francisco). Aquí incluyo el sexto de mis agradecimientos al pueblo al que pertenezco y con el que he podido dedicarme a la educación, agradecimiento a mis compañeros de profesión, a las direcciones que he tenido, a las familias, a la administración que lo ha hecho posible, a mi país, a la tradición de occidente….y como no, en el centro a mis padres y a mis profesores. A todos por formar parte de ese pueblo!
- Esto es de San Agustín: “No educa lo que dices. Tampoco lo que haces. Educa las razones por las que das la vida.”
- Educar es, sobretodo, dar un marco de comparación para que los alumnos puedan siempre comparar lo que viven con lo recibido, con la promesa que había en lo que les decíamos. Se trata de darles un espacio de Belleza para que ellos puedan saber que la Belleza, vivan lo que vivan (cuando lleguen tiempos difíciles también), es posible.
Introduzco aquí mi séptimo agradecimiento al propio camino hecho. Nadie puede dar, proponer, ese marco de Belleza si él mismo no la vive en un camino. Nadie puede amar su vida y lo que en ella encuentra sin amar el camino que allí le lleva.
Este camino ha estado repleto de Belleza y también de dolor. El maestro aprende que la Belleza no está reñida con el dolor. Tantas veces van entrelazados, por eso decimos y experimentamos que “la verdadera Belleza hiere”. Debo un profundo agradecimiento, el octavo, a mi familia y a mis amigos. Ellos han sido los que me han acompañado cercanamente en este camino hecho de Belleza y dolor y es gracias a su presencia que el sentimiento que predomina es precisamente este, la gratitud.
Viktor Frankl, al que conoceréis por su célebre obra “El hombre en busca de sentido” llegado el día de cumpleaños de su amada esposa le escribió: “En este día tan especial deseo para mí que seas tú misma”
Yo doy gracias (noveno agradecimiento) cada día cuando cruzo el umbral del aula. Allí hay alguien que me espera para que le pueda decir lo mismo que decía Frankl: “deseo para mi que cada uno de vosotros sea él mismo!”
Acabo.
Lo sepamos o no, los maestros cuando entramos en el aula respondemos a una voz que nos llama a través de nuestros alumnos. Cada uno puede dar el nombre que quiera a esa voz pero no puede dejar de conocerla. A esa voz le debemos agradecer (y aquí va el décimo y último) que el aula se haya convertido en el lugar donde también nosotros, cada uno de nosotros, pueda llegar a ser él mismo.
Muchas gracias
Ferran Riera
NOTA: Este artículo pertene al contenido que el profesor Ferrán Riera compartió en la conferencia "GRACIAS A TI" como homenaje a la figura del docente dentro del Ciclo de conferencias La Educación que queremos.